Desde que inicié el blog, supe que quería hacer una entrada que se centrase en el después de una pérdida gestacional.
Sé que muchas de las que me seguís, desafortunadamente, habéis pasado por ellas, una vez o algunas incluso más, y sabéis lo duro que puede llegar a ser, enfrentarte a un nuevo día sin esa ilusión, y como decía mi querida alma gemela, Amagic, el tema tabú que lo rodea.
Mi intención con esta entrada es principalmente para los que, gracias a Dios, no habéis pasado por esto, podáis entender mejor a alguien que sí ha pasado por esta situación.
Hay un montón de páginas en internet que hablan de las pérdidas gestaciones, bien tempranas, o bien avanzadas, así que no voy a explicar los diferentes tipos de clasificaciones. Me centro en el hecho de una pérdida gestacional, sea como sea. Todas ellas son traumáticas, aunque si bien pueden serlo en diferentes grados.
Lo único que está claro, es que la madre, se siente madre desde el primer momento en que ve esas dos rayitas en el test de embarazo. Para ella (y probablemente para el padre, aunque en diferente manera) su vida cambia, da un vuelco, todos sus pensamientos van con y para el bebé, como estará, te envuelve un aura de felicidad... La vida te cambia definitivamente. Con el tiempo, vas sintiendo al bebé, ese vínculo se afianza aún más... Pero una pérdida gestacional duele, y duele siempre.